martes, 1 de diciembre de 2009

El problema de de la verdad: “Historias con mayúsculas e historia con minúsculas”

En nuestros días el problema sobre la verdad es, la tergiversación, que es la parte esencial de los mitos contenidos en las “historias oficiales”, que reorganizan el pasado para que parezca como la verdad revelada o absoluta, es esa historia a la que llamamos historia de bronce; con la cual se quiere ensalzar a los “grandes personajes “ del pasado.
El historiador tendía a utilizar a sus testigos solo para adornar y embellecer sus narraciones a su mejor conveniencia, los cuales mezclan elementos diversos como lo son: lo que el testigo cree que paso, lo que le contaron y lo que puede llegar a recordar.
El trabajo del historiador consiste en dar y escribir verdades lo más cercanas posibles, esto es posible solo con la confrontación de los testimonios adquiridos, documentos, etc.; valorando la procedencia de cada uno de estos testimonios, siempre pensando que lo que esta escrito no siempre puede llegar a ser la verdad.
Con respecto a lo anterior nos dice Paco Ignacio Taibo II: entre los historiadores se da la maravillosa tendencia a pensar que si esta escrito es la verdad, pero la realidad un documento es una mentira verbal bajo la forma de papel.
Hay que tener en cuenta que una fuente es una mentira de dudosa procedencia de enorme o discutible prestigio que hay que controlar (la desconfianza es la forma de natural del sentido común). También se dice que la historia, no consiste en contarla como se cuenta la literatura, pero en ocasiones, esta forma de contarla crea un ambiente de mayor credibilidad. La literatura tiende a contar todo, describir, hacer pensar, leer, etc. Se dice que esta es de un tipo de corte diagonal, mientras que la historia muchas de las veces se sesga en historia económica, política, social, etc.
El llamado problema de la verdad nos ha invitado a reflexionar sobre los problemas que enfrentan, los elementos constitutivos de la ciencia de la historia: el valor del testimonio, la mentira testimonial, los informes legítimos, el análisis de la veracidad de lo testificado y en general todo lo que debiera servir para llegar a la verdad, tendría que tener un valor innegable por la cual el historiador tendría que hacer un trabajo , en el cual no quede duda de la veracidad de lo ahí contenido .
Sus fuentes, testimonios y demás series de documentos tendrían que ser examinados a punta de bisturí, analizando y comprobado la veracidad de lo que contiene para así poder llegar a una verdad que sea creíble en todos sus aspectos.


Taibo II. Paco Ignacio . “Historias con mayúsculas e historia con minúsculas”, en Testigos y Testimonios el Problema de la Verdad. Coord. Marialba Pastor. México. UNAM. 2008. Págs. 124.

sábado, 28 de noviembre de 2009


Prensa y Poder.
La prensa en general siempre es objeto de debate por su influencia en las masas ya que construye discursos que legitiman de alguna manera lo que se quiere mostrar o crear (es un medio de formación social, cultural, educativa, en el aspecto político es capaz de legitimar a los candidatos a un cargo público, induciendo aceptación o rechazo). Y uno de los tantos medios que existen, es el periodismo.
En casi todo el país la frase acuñada por el presidente José López Portillo continúa siendo moneda corriente en la relación de los gobiernos con la prensa. Hay excepciones, pero a la práctica antigua y nueva de los priistas, se agregan los gobernantes perredistas y panistas –y también las elites económicas y religiosas–, que todavía ven en el periodista el estenógrafo de sus palabras y el cronista de sociales de sus actos. Si algún medio o reportero los incomoda con su información crítica, lo intentan comprar o acallar. Al mismo tiempo, informadores y medios ejercen y amplían el clima de apertura exigido por el desarrollo democrático. “No pago para que me peguen, divisa vigente”.

Si bien todos conocemos el poder de la “media”, término que incluye la prensa escrita, radio, televisión y cine, importa observar esa relación entre los medios de comunicación, los poderes y la opinión pública.
La llegada de la radio y la televisión influyó sobre la prensa en un sentido positivo: obligó a los medios impresos a mejorar su calidad, a hacer un cubrimiento más integral de las noticias, diferente a la breve presentación televisiva o radial. Las noticias, ya oídas en la noche, debían tener un cubrimiento más amplio e integral en el periódico: los grandes reportajes, los trabajos investigativos se hicieron más frecuentes y de mejor calidad.
Esto se acompañó de una separación más clara de la información y la opinión, que se fue haciendo más amplia, para incluir un abanico de posiciones que a veces contradicen la de los mismos directores.
La información se liberó de la servidumbre a los partidos políticos y el editorial y las columnas de opinión dejaron de marchar en forma coordinada. Pese a sus defectos, los periódicos de hoy, con sus denuncias diarias de la corrupción o las fallas del estado, con su pluralismo interno, dejarían atónico a un colombiano de hace cincuenta años, acostumbrado a una prensa de partido, obsecuente con los copartidarios y, como un perro guardián, capaz de ladrarle solo al enemigo político.
Todo esto ha cambiado las relaciones entre la política y los periódicos. En el último medio siglo, también los políticos se han hecho cada vez más profesionales, y hacen sus carreras sobre todo en el mundo de la gestión pública y de las elecciones. Los periodistas miran con desconfianza a quienes usan los medios como trampolín político, el poder electoral de los medios sólo alcanza a sobrevivir en algunos ámbitos regionales y los lectores exigen una información cada vez más objetiva y balanceada.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Caricatura Política




La caricatura política, ha sido a través de la historia de su existencia, uno de los cauces idóneos para la vinculación de los sectores populares con una postura crítica respecto a su realidad social.
La caricatura política, ha tenido variadas utilidades, como la de informar, desde luego, pero también como la de opinar sobre diversos temas, y también ha sido como expresión artística.
Al comienzo de la historia de la caricatura, estas fueron alegorías de una situación determinadas, con elementos simbólicos, siempre conteniendo una opinión implícita del suceso acontecido.
Las primeras caricaturas fueron retratos de personajes políticos, y así fue como apareció el humor dentro de las caricaturas, causando relevancia en ellas.
Se satisfació el deseo del ciudadano común, de burlarse de los personajes poderosos, por lo que muchos presidentes militares de facto, autoritarios, clausuraban las revistas, porque para ellos una caricatura los ofendia. Por lo que el poder autoritario de los políticos, detestaba el humor político, la caricatura y la ridiculización.
La caricatura nos sirve para informar, pero no muestra únicamente “la realidad” de una noticia, sino que siempre conlleva una opinión sobre la noticia. Pero tiene una desventaja, la cual seria que una opinión, nunca es imparcial y que siempre responde a diversos intereses y fines. Por ejemplo, durante gobiernos tiránicos, las caricaturas de la oposición al régimen, son alentadas desde el poder, mientras se prohibían las caricaturas que hicieran referencia alguna sobre el poder.
Una imagen de una caricatura, siempre nos sirve para relatar alguun acontecimiento, nos la podemos utilizar para “educar” (como en su tiempo fueron las pinturas religiosas del renacimiento), y siempre llevando consigo un discurso, una opinión, separando a los artistas, entre útiles al poder o a los revolucionarios. Este humor político, en la caricatura, casi siempre cuestiono al poder, porque su público, es la gente, que tiene un deseo de burla o posee una inquietud de cuestionamiento hacia los poderosos.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Los vínculos entre la Historia y los Medios escritos (periodistas).

El oficio de periodista es uno de los que demanda una actitud de servicio permanente a la comunidad, por lo tanto quienes desempeñan tal tarea se han tornado intermediarios fundamentales entre los gobernantes y la ciudadanos, y al mismo tiempo transmitiendo diversos aspectos de la realidad. La tarea de informar ha jugado y juega un rol importantísimo a los largo de la vida de los pueblos, ayudando a construir la historia y mancando así un camino de verdad y cumpliendo con el deber de informar, respetando los sucesos acontecidos y pretendiendo la mayor objetividad posible.

Actualmente los periodistas no son como en su origen, escritores que escribían sobre cualquier temática para ganarse la vida, hoy la profesión del periodismo se ha vuelto mucho mas especifica que en sus comienzos, hoy por hoy existen cientos de temáticas para las cuales uno se debe preparar y de la cuales uno debe aprender constantemente, pero algo que no se ha modificado ni se discute es el compromiso con la verdad este es el caso de la historia.

El periodismo ha evolucionado y actualmente se considera el "cuarto poder". Es fundamental en la propagación de ideas e información, y solo personas ejercen bien esta profesión si lo hacen con ética y pasión, y con el firme conocimiento de que, como decía Bill Kovach, “El periodismo es la primera versión de la historia”.
Un historiador con una completa formación periodística tiene la posibilidad de trabajar en la “historia del presente”, dando sentido en el tiempo a los fenómenos políticos, sociales y económicos que constituyen la materia prima de la información de actualidad en palabras de Ryszard Kapuscinski.

“Ser historiador es mi trabajo, estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el periodismo. Todo periodista es un historiador. Lo que él hace es investigar, explorar, describir la historia en su desarrollo. Tener una sabiduría y una intuición de historiador es una cualidad fundamental para todo periodista; en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico. Encontramos el relato del mero hecho, pero no conocemos ni las causas ni los precedentes. ¿La historia responde simplemente a la pregunta? ¿Por qué?”.

Aunque parezcan distintos en su quehacer, el historiador y el periodista tienen ante sí un mismo objeto de trabajo, y este objeto es el acontecer social en todas sus dimensiones. El objeto de la historia es el estudio de las sociedades humanas y de los grupos sociales en evolución, la historia no trata de individualidades porque sencillamente no hay seres humanos aislados.

El estudio de la vida de determinados individuos, a través de la reconstrucción de su biografía, solamente tiene sentido cuando esas vidas quedan referidas enmarcadas en un contexto social que las contiene y les otorga un valor y una función social específica.

El periodista tiene ante sí el mismo objeto de análisis que el historiador, esto es, las sociedades, el acontecer social en todas sus dimensiones, y la vida de los individuos actuando en determinados contextos sociales. La diferencia fundamental entre el periodismo y la historia, a pesar de la similitud del objeto de trabajo, es clara y se refiere más bien a la temporalidad de la ocurrencia de los hechos que cada disciplina maneja.

El periodista se ocupa de la descripción y narración de la ocurrencia de hechos coetáneos y contemporáneos, en tanto que el historiador se ocupa de la reconstrucción, descripción y narración de hechos que son considerados como "pasados".

Esta distinción tan simple da lugar a diferencias metodológicas más complejas pues la forma en que ambos, periodista e historiador, abordan los hechos difiere notablemente debido a la diferente temporalidad de los mismos.

Mientras el periodista trabaja con evidencias inmediatas producidas por testigos y actores activos de los cuales, muchas veces, él forma parte como observador participante, el historiador, por el contrario labora con evidencias mediatas, con restos documentales dispersos, y con testigos y actores cuya memoria ha sido fragmentada o borrada total o parcialmente.

El periodista y el historiador tienen entonces que responder a unas cuantas preguntas básicas: qué, quién, cuándo, dónde y por qué, y componer una síntesis de cómo ocurrieron los eventos acerca de los cuales él o ella informan su ocurrencia.

La tarea del periodista es capturar el presente que siempre está fluyendo, el historiador tiene otras obligaciones no menos serias. Como del pasado lo que quedan son restos dispersos, el historiador debe hacer un esfuerzo por lograr cierta integración de esos materiales, de manera que su reconstrucción y narración también hagan sentido y correspondan de alguna manera con los hechos que ocurrieron.

El problema del historiador es que esa reconstrucción tiene que ser realizada a partir de datos fragmentarios que señalan parcialmente la ocurrencia de los hechos o que a veces sugieren situaciones que tal vez no “ocurrió nunca”.

La historia es primordialmente reconstrucción y, al igual que el periodismo, es también descripción y narración pues ambas disciplinas se originan en la necesidad que tienen las sociedades de explicar su presente a través de la comprensión de su pasado mediato o inmediato.

Periodista y el historiador se aproximan a la realidad desde dos perspectivas epistemológicas diferentes que vienen dadas en función de la diversa temporalidad de sus objetos. En ambos casos la aproximación a los hechos exige que el resultado de ese esfuerzo cumpla con una misma primera condición que es la credibilidad, deben mostrar el fundamento de sus afirmaciones y sus interpretaciones, y respaldar su reconstrucción mostrando con claridad cuáles son las fuentes, documentos y testimonios que les han servido para afirmar que las cosas tal como ocurrieron.

Cuando el periodista y el historiador prueban o demuestran que lo que ellos dicen ocurrió realmente, entonces se afirma que sus narraciones son objetivas, esto quiere decir que su escrito corresponde formalmente con el hecho explicado.

La objetividad es la condición más difícil de lograr tanto en la versión periodística como en la narración histórica. Cuando un historiador o un periodista deciden narrar un acontecimiento o un proceso histórico o noticioso, inmediatamente, y muchas veces sin saberlo, ponen en juego todos los procesos “sicológicos” que les si ven para entender el mundo.

Esos procesos condicionan las tareas, pues los periodistas y los historiadores tienen personalidades definidas, con sus concepciones personales del mundo, con lenguajes, educación y formaciones académicas muy específicas, y con intereses económicos, sociales, nacionales, raciales, religiosos, profesionales y laborales muy particulares.

De ahí que el trabajo de selección de las fuentes, documentos y testigos, y ángulos de visión y materiales noticiosos, en ambos casos esté condicionado, primero que todo, por esas particularidades. La objetividad, por otra parte, presenta otra limitación adicional cuando el historiador y el periodista, que ya tienen sus propias formas de juzgar los acontecimientos (sus prejuicios), encuentran que sus fuentes o sus informaciones no son suficientes en número, tamaño o calidad, para realizar una reconstrucción o una descripción completa de los acontecimientos.

En cualquiera de dos casos, el historiador y el periodista siempre terminarán con un juicio y una descripción parcial de lo que buscan porque aún en el supuesto de que contaran con todas las fuentes disponibles sobre un acontecimiento dado, siempre quedará el hecho de que sus personalidades, incluida la inteligencia, sus entrenamientos respectivos y sus ideologías condicionarán sus exámenes de las fuentes haciéndoles emitir juicios o utilizando lenguajes más o menos parciales.

De ahí que toda reconstrucción histórica y toda versión periodística impliquen, en un sentido o en otro, una limitación y, por lo tanto, una percepción incompleta de la realidad o, dicho de otra manera, una percepción incompleta de los acontecimientos que precede de una perspectiva particular que a su vez está condicionada por la disponibilidad de las fuentes y la personalidad e intereses del periodista o el historiador.

Bienvenidos

Este es un pequeño espacio como su nombre lo dice para comentar un poco sobre la historia, ojala y sea del agrado de todos ustedes.
Aquí dejo algunas frases para tratar de comprender la historia:
Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo.
Jean Paul Sartre (1905-1980)

La historia es un incesante volver a empezar.
Tucídides (460 AC-396 AC).

No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.
Marco Tulio Cicerón (106 AC-43 AC).

Un historiador es un profeta al revés.
José Ortega y Gasset (1883-1955).

La historia no la hace un hombre por grande que sea. La historia no es un soneto ni es un solitario. La historia es hecha por muchos: por grupos humanos pertrechados para ello.
José Ortega y Gasset (1883-1955).

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